La disposición clásica de las aulas y la organización de los espacios corresponde a un modelo educativo propio de la Revolución Industrial. Hemos creado un entorno de aprendizaje alejado de los espacios estáticos y elementos preconfigurados como las filas de pupitres orientadas hacia el profesor o las paredes en las aulas. Nuestro equipo de arquitectos ha trabajado de manera paralela con la dirección académica en la creación de los espacios para conseguir la utilidad, estética, modernidad, técnica y versatilidad que nuestro proyecto educativo exige.
Para poder llevar a cabo la ruptura de las asignaturas y de grupos, hemos tenido que generar muchos espacios abiertos y versátiles. Un entorno de aprendizaje alejado de los espacios estáticos y elementos preconfigurados como las filas de pupitres orientadas hacia el profesor y la pizarra, unos planteamientos fundamentados en recientes estudios sobre neurociencia.
Queremos generar un entorno en el que el alumno se sienta cómodo, en el que le apetezca trabajar y quiera quedarse. Sabemos que no todos los alumnos se sienten confortables en los mismos espacios, y por eso queremos acabar con el concepto limitado del aula y conseguir que todos los espacios del colegio sean aptos para el aprendizaje.
Hemos diseñado diferentes escenarios que facilitan la reflexión, la reunión, el trabajo en grupo o la presentación de proyectos. Una propuesta que aúna estética, modernidad, versatilidad y transparencia. Optamos por derribar los muros, sustituyéndolos por paredes de cristal y tabiques móviles.
El cristal, el elemento constructivo del siglo XXI, es el protagonista en nuestro centro. Aporta el aislamiento acústico necesario para la nueva metodología que exige el movimiento constante de sillas y mesas, y el ruido propio de los alumnos realizando un trabajo cooperativo. Queremos crear un continuo entre los espacios, sin distinguir entre aulas, pasillos y demás ambientes del colegio. Los muros desaparecen, lo que ocurre en las aulas es visible desde afuera, y lo mismo ocurre al revés. Además del cristal, la modificación de los espacios viene también por la instalación de tabiques móviles que permitan que las clases de un mismo nivel puedan trabajar tanto juntas como separadas.
Dado que nuestra metodología fomenta el trabajo autónomo en pequeños grupos, hay ocasiones que los alumnos cuentan con la asistencia de dos profesores -o incluso tres – para garantizar una atención excepcionalmente directa y personal al alumno. El espacio favorece así ese nuevo rol del profesor como “guía” o “acompañante” del alumno en el camino para adquirir el conocimiento.